martes, 12 de octubre de 2010

jueves, 30 de septiembre de 2010

El creador del Wincofón prefiere los CD a los MP3 (por Martín Aizpurúa - Diario Perfil )

A 30 años del cierre de la empresa WINCO:

En los 60 y 70, Raúl Vega estaba al frente de una fábrica que producía 27 mil tocadiscos por mes. El hombre que le puso música a la Argentina asegura que “más que un industrial, era un especialista en copiar buenas ideas”.

Vega, a punto de cumplir 81, muestra una de sus creaciones. Es fanático del tango.

Raúl Vega, inventor del Wincofón, cumplirá a fin de mes 81 años y lo festejará con el orgullo de haber montado una fábrica que producía 27 mil tocadiscos por mes. Su nombre fue sinónimo de entretenimiento en los hogares argentinos durante los 60 y comienzos de los 70, cuando ya se habían distribuido unos siete millones de esos artefactos, tres millones más que los LCD que se vendieron en la Argentina en los últimos tres años.
Durante su época dorada, Winco, la famosa fábrica del tocadiscos, también produjo grabadores, motosierras, motores y máquinas para la industria automotriz, como las fresadoras con las que se repasaban los motores de los Torino. A treinta años del cierre, Vega contó su historia a PERFIL.
Todo arrancó en 1954. Vega era un apasionado por las máquinas. Si bien había conocido el éxito en el mundo de la licuadora, el producto que le cambiaría la vida fue el tocadiscos, y junto con un profesor de la escuela secundaria, Dante Polano, dio el primer paso para lo que sería la fábrica de productos electromecánicos más grande en América latina. Su nombre: Winco. La dirección: Mitre 928, Ramos Mejía, donde con su ex docente tenía una fábrica de licuadoras.
“Tenía el afán de fabricar algo nuevo, pero la idea salió cuando se me rompió un combinado Odeón que tenía y descubrí que era una cosa muy simple. Entonces, copiamos un tocadiscos marca VM y empezamos. Más que un industrial, yo era un especialista en copiar cosas buenas”, asegura Vega.
—¿Y cómo fueron los comienzos de Winco?
—Veníamos fabricando cosas antes de Winco. Cuando terminé el colegio, puse la fábrica de licuadoras IME pero la dejé por diferencias con uno de los socios. Entonces, con Polano vendimos nuestra parte y compramos un galponcito de apenas 1.500 metros cuadrados. Estaba a dos cuadras de la fábrica de máquinas de escribir Olivetti.
¿Y qué hizo luego?
—Al poco tiempo, compramos una quinta de verduras en Ciudadela. En ese momento no tenía plata y le pedí prestado a mi padre, al dueño de la estancia donde trabajaba mi padre y al dueño de la fábrica de ventiladores Bellomo. Ahí levantamos una planta de casi 10 mil metros cuadrados para la fabricación de tocadiscos, generadores, motosierras y máquinas herramientas. Llegamos a fabricar la matricería para mecanizar el motor del Torino.
¿Cuánto costaba un tocadiscos?
—No me acuerdo, pero lo importante era que un obrero pudiese comprarlo.
Después del rotundo éxito, los problemas comenzaron a golpear la puerta de la fábrica. Para 1970, cada argentino tenía su tocadiscos, y para continuar con vida, la empresa tomó préstamos bancarios para meterse en el mundo de las exportaciones. Entró en casi toda América latina y realizó ventas en los Estados Unidos, aunque con otro nombre, pero lo hizo a cambio de un altísimo costo. La inestabilidad política de comienzos de esa década y la alta inflación ayudaron a que los préstamos no fueran devueltos al Banco Nacional de Desarrollo (Banade) que tomó el control
de Winco.
En 1975, Vega dejó la empresa, cansado de no ser consultado en la toma de decisiones, según se relató.
Actualmente, este industrial pasa parte del tiempo en su casa y hasta hace poco trabajaba en el desarrollo de una máquina para extraer maleza de la soja. Sin embargo, asegura, el glifosato echó por tierra sus ideas. Fanático del tango, prefiere escucharlo en CDs por que asegura que los MP3 “no se escuchan bien”.

De técnicos a restauradores
    
       Horacio Atadía tiene 63 años. Comenzó a trabajar en Winco en 1969 y desde el cese de actividades de la empresa, se dedicó a la restauración de equipos usados. “Nosotros hacemos una reparación total, con componentes originales”, asegura.
“Las reparaciones tienen su precio, pero damos 60 días de garantía desde que la fábrica cerró”, agrega Atadía.
Por aquellos años, Horacio trabajaba de 6 de la mañana a 3 de la tarde, y si quería, podía hacer horas extras. “Siempre hacía falta más y más gente. Prácticamente vivíamos en la empresa”, recuerda cuando le preguntan cómo era el mejor momento de la compañía, que transcurrió alrededor de 1969. 
Luego del cierre, se dedicó al arreglo de tocadiscos, bandejas y amplificadores antiguos en su local de Almagro, apenas a unos veinte metros de donde estaba el service oficial de la firma Winco donde comenzó como peón en la línea de montaje.

sábado, 6 de marzo de 2010

Historia del Wincofón (2da. parte)


El tocadiscos apareció por primera vez en 1925, justo cuando también aparecen los primeros amplificadores de válvulas y nace el "pick-up".
Además, los tocadiscos sugieron con la idea de reproducir los discos (y los de acetato también), de forma eléctrica y no mecánica; la reproducción eléctrica de los discos traía muchas ventajas: como poder poseer el control de volumen de la reproducción, el tocadiscos ahora poseía un motor eléctrico que hacía que el plato giradiscos rotara a una velocidad constante de 78 RPM o 33 RPM, logrando así mejor calidad y menor desgaste del disco por el peso del brazo, entre otros beneficios.
Más tarde aparecieron tocadiscos más sofisticados: Los semiautomáticos: cuando se terminaba el disco eran capaces de retornar el brazo fonocaptor automáticamente a su lugar y apagar el motor y la corriente del aparato. Los automáticos eran capaces de mover el brazo por sí mismos para reproducir el disco, así también si se ponían varios discos a la vez se podía reproducir varios discos (sólo una cara), y terminar automáticamente la reproducción de todos. No obstante, estos tocadiscos se retiraron del mercado porque gastaban el disco debido al peso del brazo. A estos tocadiscos se los llamaba Wincofón en Argentina o Wincofono en algunos países ya que Winco era la marca que los producía y cuya fábrica llegó a ser la más grande de latino-américa en su rubro.

sábado, 20 de febrero de 2010

¿ Qué es técnicamente un tocadiscos ? (primera parte)

Un tocadiscos es un sistema de reproducción del sonido hijo del fonógrafo ya que usa el mismo tipo de tecnología, sustituyendo el cilindro del fonógrafo por un disco. El tocadiscos también ha sido conocido como pletina giradiscos, giradiscos, tornamesa, fonochasis o pickup. Ninguna de estas cuatro últimas nomenclaturas tiene demasiada aceptación. Fue inventado en 1925 con la idea de reproducir los discos en forma eléctrica, trayendo beneficios como mayor calidad en el sonido, menos desgaste del disco y la púa y poseer el control del volumen. Además dio a lugar a nuevas velocidades para los discos. Generalmente los tocadiscos reproducen a 33 RPM y 45 RPM.

Este artefacto se convertiría en el sistema reproductor de sonido que se mantendría por más tiempo hasta la actualidad, tanto para la venta como para el uso. Hacia 1950 aparecen los llamados "combinados", generalmente tocadiscos con radio. En 1958 se empezaron a publicar los primeros discos en estéreo.

miércoles, 22 de abril de 2009

Glosario Winco-maníaco: No es lo mismo...

Giradiscos: Bandeja que necesita de una amplificador y bafles para reproducir sonidos

Tocadiscos: Bandeja que viene con amplificador y parlantes

El Wincofón no ha muerto

Los "viejos" tocadiscos vuelven al ruedo como parte de una moda retro y sesentista

En contra de toda la corriente tecnológica, los viejos tocadiscos, con su abanderado por delante, el querido WINCONFON, parece ganar dia tras dias nueva popularidad.

Emblema de los sesenta, los tocadiscos fueron lentamente reemplazdos por los grabadores de cassetes, y ambos hoy se ven desplazados por el CD y el mp3 , mp4, etc...

Lejos de aquel adagio, todo tiempo pasado fue mejor, el tocadisco gana espacio más por su valor sentimental o nostalgico que por su fidelidad...

Extracto del texto de Cesar Pradines escrito para el diario La Nación 10 de diciembre de 1998